lunes, 4 de enero de 2016

Las cartas del PRI para Oaxaca


ALBERTO LÓPEZ MORALES
     Entre los priístas oaxaqueños se respira el ambiente de expectación. No es para menos. En un par de semanas quizá, los altos mandos del tricolor anunciarán el nombre del candidato o candidata a la gubernatura de Oaxaca.
     Sin embargo la gran incógnita que priva entre ellos no radica en conocer el nombre del próximo abanderado o abanderada del tricolor, sino en la intención del gobierno federal y del PRI, de recuperar el gobierno de Oaxaca que actualmente está en manos de opositores salidos del PRI.
     La sucesión gubernamental de Oaxaca no está desvinculada del contexto nacional. Forma parte de los cálculos políticos con miras a las elección presidencial de 2018. Los mandos nacionales del tricolor deberán definir qué tan rentable electoralmente  es Oaxaca frente a Veracruz o Zacatecas.
     En la elección presidencial de 2012, Oaxaca se pintó de amarillo con la victoria de AMLO, pero los votos que dieron Veracruz y Zacatecas, sumados al de otras entidades llevaron al triunfo del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto. No importó la derrota priísta en Oaxaca.
     Durante la elección intermedia que se registró en Oaxaca en 2013 con la participación del 50.77 de dos millones 669 mil inscritos en la lista nominal, la coalición opositora ganó con poco más de 507 mil votos, mientras que el PRI y su aliado el Verde contabilizaron poco más de  485 mil votos.
     En Oaxaca hay quienes afirman que el PRI recuperará la gubernatura. Lo dicen basados en las encuestas difundidas y porque están convencidos que los millonarios proyectos de inversión para detonar el corredor transístmico reclaman un gobierno en sintonía con el de Peña Nieto.
     Hay quienes agregan la fallida actuación del gobierno de Gabino Cué, que incumplió las expectativas de paz y progreso, como factor para que el PRI recupere la gubernatura y no faltan quienes dicen que el PRI ganará Oaxaca por el solo hecho de que en Los Pinos despacha un priísta.
     A un par de semanas de que el PRI anuncie la definición política para Oaxaca, todos los que han hecho valer sus derechos, perfiles, experiencias, trabajos y gestiones para alcanzar la candidatura, andan “sueltos”, como si nadie hubiese recibido alguna señal.
     La soltura (por decir lo menos) con la que se mueven los aspirantes priístas por la gubernatura ha alcanzado niveles de descalificación y confrontación que no han abonado a la unidad priísta y los mandos nacionales del tricolor dejaron que el quesillo oaxaqueño se enredará más.
     En Oaxaca la mayoría de las cartas del PRI son ampliamente conocidas. Por orden alfabético: Benítez Tiburcio Mariana, Hernández Fraguas José Antonio, Gurrión Matías Samuel, Gutiérrez Candiani Gerardo, Murat Hinojosa Alejandro y Pérez Magaña Eviel.
     Las encuestas, fotografías del momento, consignan que el PRI ganaría las elecciones de gobernador si las votaciones se realizaran el día en que las levantaron ya sea por teléfono o a pie de casa. Pero las encuestas no consideran la franja de indecisos, que es muy amplia.
     El PRI nacional, sin embargo, tiene otra carta poco explorada en Oaxaca: la posibilidad de que en la ruta de las  presidenciales del 2018, prefiera sacrificar a Oaxaca para conservar entidades de mayor rentabilidad electoral. En los cálculos políticos cabe hasta la derrota para ganar.
     Mariana, Fraguas, Samy, Candiani, Murat y Eviel son profesionales de la política. No por otra cosa están como los finalistas en la carrera por la candidatura del PRI. Saben que la unidad es fundamental para triunfar, pero también saben que en los cálculos políticos se gana perdiendo.
     La militancia priísta, ansiosa de recuperar Oaxaca anhela el retorno del PRI a la gubernatura; ese deseo sin embargo, choca con las descalificaciones que entre sí se hacen los líderes de grupos que respaldan a cada aspirante. Líderes que muchas veces solo quieren los privilegios del poder.
     Si la carta del PRI no es el sacrificio de Oaxaca y en ausencia de reglas claras para la contienda interna, todos los aspirantes tendrán poco tiempo para que juntos construyan la operación cicatriz. No faltará el que quiera cobrar afrentas del pasado. Casi misión imposible.
     En poco tiempo se develará la carta priísta. Mientras tanto, el nerviosismo crecerá entre la militancia. Los fríos números de las encuestas de cada aspirante y las de las elecciones del 2010, las intermedias del 2013 y las federales del año pasado muestran la tendencia a la baja del PRI.


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