viernes, 10 de abril de 2015

Impiden INM y PF paso de migrantes y de Solalinde



Alberto López Morales
CIUDAD IXTEPEC, Oax.- Los rostros reflejaban desencanto e indignación. El coraje, sin embargo, los unía. ¿Qué pasará?, preguntaban. Mientras nadie ofrecía el bálsamo de la respuesta, la Policía Federal se imponía, y frustraba la salida de la caravana de 300 migrantes al Distrito Federal.
     Para los centroamericanos, dispuestos a encomendarse a los favores de la Virgen de Guadalupe para que se cancele el programa Frontera Sur, fue un día duro, difícil y muy tenso. Para los 300 policías federales y agentes migratorios, dispuestos a impedir el paso de la caravana, también.
La historia comenzó desde la Semana Santa, cuando el sacerdote fundador del albergue Hermanos en el Camino, de esta ciudad, Alejandro Solalinde Guerra comparó el Viacrusis de Jesús con el martirio de los migrantes en su periplo a Estados Unidos.
     ─La verdad, no queríamos ir al Distrito Federal, pero tenemos muchos migrantes víctimas de asaltos que reclaman un permiso especial para quedarse y para que las autoridades de justicia de Oaxaca atiendan las denuncias por robos y asaltos , justificó Solalinde Guerra.
     Los robos, asaltos y violaciones que sufren los centroamericanos crecieron desde que se puso en marcha el programa Frontera Sur, en agosto del año pasado, y que con el apoyo policiaco se impidió que los migrantes se transportaran en el lomo de La Bestia, reiteró el prelado.
     La salida de la caravana de migrantes estaba prevista para las 10 de la mañana. “Tenemos tres autobuses para irnos y saldremos a pesar de las amenazas del gobierno federal de que nos van a detener”, señaló desafiante Solalinde Guerra, dos horas antes de partir.
     Para esos momentos, las ocho de la mañana, unos 300 policías federales con el apoyo de agentes migratorios desplegaban un gran operativo de contención en las carreteras del Istmo, bajo la vigilancia del comisionado del INM, Ardelio Vargas.
     Sobre la carretera Transístmica, a la entrada sur de La Ventosa, los policías establecieron un primer filtro. Uno más se colocó en el cruce de la súper de Ixtepec a Matías Romero y el principal filtro se ubicó a la entrada de esta jeromeña ciudad, a la salida de la caseta de cuota.
     La salida de los 300 migrantes empezó a retrasarse en el albergue Hermanos en el Camino. La salida será a las 12:00 horas, se decía entre las voces del albergue donde los rostros empezaban a mostrar el desencanto y la indignación.
     Vino entonces la enérgica denuncia de Solalinde Guerra, sumamente molesto tras cruzar una, dos, tres llamadas telefónicas con senadores y representantes de la comisión de derechos humanos del Distrito Federal.
     Rentamos tres autobuses pero nos hablaron los dueños de la línea camionera que recibieron amenazas de funcionarios federales de que serán detenidos y acusados de traficar con centroamericanos y por eso no quieren mandar los autobuses , indicó Alejandro Solalinde.
     Al albergue no llegaron los autobuses. En su desafío y molestia, Solalinde enfiló hacia la salida poniente de la ciudad. Encaró en silencio a los policías federales ubicados en ambos extremos de la súper, como si pasara revista y sin decir palabra alguna se retiró seguido de los periodistas.
     Minutos después llegó al mismo lugar, en las inmediaciones de la gasolinera San Jerónimo, el comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), Ardelio Vargas. La instrucción dada desde la mañana no admitía duda alguna: la caravana de Solalinde ¡no pasará!
     Un día duro, tenso, difícil para todos. Los rayos del sol caían sin clemencia. En la carretera el calor se levantaba desde el asfalto ardiente. La espera, la tensión y el calor fueron los elementos más explosivos para el mal humor que no apaciguaba ningún bote de agua.
     Solo llegó un momento de distracción. Ocho normalistas, cinco hombres y tres mujeres que se dijeron de la Normal Urbana del Istmo (Enufi), tuvieron la ocurrencia de cobrar la cuota a los automovilistas en dos de las tres casetas. Fue de risa, hasta que la PF les pidió que se retiraran.
     Bajo el calor que obligaba al incesante consumo de agua, el comisionado del INM, Ardelio Vargas recibía reportes desde el albergue: no hay autobuses, parece que no van a salir. Solalinde acaba de informar que hay amenazas contra los dueños de los autobuses.  
     ¡No pasarán!, era la consigna policial. Por el celular, el comisionado del INM asentía y añadía: aquí nos quedaremos el tiempo que sea necesario. No dio entrevistas. Hasta que esto se acabe les daré la entrevista, pero ya escucharon y ya vieron: ¡No pasarán!, repetía.
     En el albergue, poco después de las 15:00 horas, el sacerdote Solalinde, anunciaba la suspensión “momentánea”, la Caravana al DF, para proteger a los migrantes que quieren ir a la Basílica de Guadalupe y pedir la cancelación del programa Frontera Sur del gobierno mexicano.
     Nada para nadie. La pregunta sigue en el aire ¿Qué pasará? No hay respuestas que sirvan de bálsamo. Y en medio de este día caluroso, duro, difícil y tenso, los rostros muestran las crispaciones


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