lunes, 4 de agosto de 2014

Todo grande

Alberto López Morales
     A los maestros de la sección 22 del SNTE les quedó grande la responsabilidad de dirigir al Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), como también le quedó grande el Poder Ejecutivo a los integrantes del gabinete del cambio, al igual que los diputados locales que empequeñecieron frente al Poder Legislativo y grande quedaron para los dirigentes partidistas los desafíos de Oaxaca.
     Frente a esos poderes empequeñecidos ante sus responsabilidades, la sociedad oaxaqueña observa en estado somnoliento y casi impasible el derrotero de sus vidas sumidas en el naufragio provocado por el caos, el desapego a la legalidad, la impunidad, la corrupción, el desaseo, el incumplimiento de promesas y de los discursos y poses aderezados por una guerra fratricida conocida también con el nombre del relevo sexenal.
     Nunca como ahora, la entidad oaxaqueña había estado envuelta en un estado de desesperanza, crispación, de odio, de contrastes y de confrontación alimentado por la ambición del poder. Hoy, a diferencia del pasado que se remonta en los últimos 34 años, Oaxaca se desgarra con mayor rapidez y lejos de que sus heridas cierren, se mantienen vivas y laceran su tejido social.
     Los maestros de la sección 22 del SNTE, o más bien sus dirigentes sindicales, encontraron con el control del IEEPO (recursos financieros, humanos, infraestructura y demás), desde el último año que Heladio Ramírez López, dejó la gubernatura, la comodidad primero y la oportunidad después, para convertirse en un ente sosegado que se dejó conducir por la inercia del pasado para que todo siguiera igual en todos los ámbitos de la vida educativa de la entidad.
     Han pasado 34 años desde que nació el movimiento magisterial y en Oaxaca nadie asume su responsabilidad frente a la caída de los niveles de educación traducida en reprobación, deserción, déficit en infraestructura educativa, o sea escuelas sin techo, sin salones dignos de clases, equipamiento con tecnología informática, bandas de guerra, pizarras, bardas, agua, drenaje y electrificación, entre otras carencias que existen lo mismo en las zonas rurales marginadas que en las áreas urbanas que rodean como cinturones los pocos centros urbanos como Tuxtepec, Salina Cruz, Huajuapan, Juchitán y la misma capital.
     Los integrantes del Poder Ejecutivo, como una mezcla variada de frutas, con perfiles disímbolos, inexpertos algunos en las artes de la administración pública, demasiados sapientes otros, acotados todos por un poder tras el trono, han mostrado que les quedó muy grande la responsabilidad. No se podía esperar más de un gobierno que llegó comprometido con todos, menos con las oaxaqueñas y los oaxaqueños, aunque en campaña hubiesen prometido el oro y el moro a la sociedad oaxaqueña que cansada de tantos años de gobiernos priístas, compró con un cheque en blanco a los políticos del cambio, del trapecio y de las truculencias que ya decepcionan y cansan ante la nula respuesta de justicia, desarrollo, paz y progreso.
     ¿Qué decir de los diputados locales? Tienen hasta ahora la responsabilidad de garantizar leyes y reglamentos que rijan la vida de los oaxaqueños, pero…les quedó grande la responsabilidad porque como auténticos muñecos de ventrílocuos, hablan por sus padrinos que negocian en lo oscurito con los que arrecian su disputa adelantada por la sucesión gubernamental.

     Los líderes de las fuerzas políticas tampoco llenaron los huecos que dejaron los otros poderes desinflados por la autocomplacencia del discurso simulador. Dejaron de lado las urgencias sociales y económicas de Oaxaca y se sumergieron en las profundidades de la intriga palaciega interna para mantenerse vivos de cara al proceso federal del 2015 y al proceso local del 2016. Andan en busca de que no queden fuera del presupuesto una vez que concluyan sus periodos. Pobre Oaxaca que a todos sus actores les quedó grande, muy grande la responsabilidad, frente a la grandeza de Oaxaca y de sus desafíos.

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