martes, 29 de octubre de 2013

"Nació anoche; hoy va pasear en el mar"

Alberto López Morales
Pobreza, conflictos e inundaciones afectan la vida de los pobladores ikoots
     JUCHITÁN, Oax.- ¿Víctima de qué es Gabriela González José, una mujer ikoots  de Santa María del Mar?  Tal vez del conflicto agrario con sus vecinos de San Mateo del Mar, que les niegan el paso terrestre desde hace cuatro años, de la pobreza o de las inundaciones. Ella dice que de todo.
     “Creo que de todo”, exclama, mientras en la cabina de la pequeña camioneta del transporte comunitario protege con ternura a su tercera hija, de nombre Mariel, que
apenas tiene 16 horas de haber nacido en el hospital general de Juchitán.
     ¿Víctima de la pobreza? Santa María del Mar es una agencia de esta ciudad zapoteca que vive aislada entre la Laguna Superior y el Océano Pacífico, con hombres que capturan jaibas, camarones y escamas que venden al precio que impone el comprador.
     La camioneta donde viaja Gabriela y su pequeña hija está parada en la curva de la carretera que está después del puente que comunica a Chicapa de Castro, agencia de Juchitán, con San Dionisio del Mar. La camioneta parece lata de sardina porque lleva a mucha gente atrás.
Puente dañado. No hay paso vehicular
     ¿Víctima de las inundaciones que en Oaxaca dejaron Ingrid y Manuel después del 13 de septiembre? Desde la noche del 14 de septiembre el puente que comunica a Chicapa con San
Dionisio del Mar fue inhabilitado para el paso vehicular.
     Con su hija recién nacida, a las 22 horas del lunes, la señora Gabriela González José, caminó sobre el puente de 62 metros de largo y después abordó la camioneta que la llevaría a San Dionisio del Mar y de ahí, subirse a la lancha que con oleajes elevados la dejaría en Santa María del Mar.
     ¿Víctima del conflicto agrario con sus vecinos de San Mateo del Mar que les cerró el único paso terrestre desde hace cuatro años? Por la disputa de mil hectáreas, desde el 2009 los ikoots de Santa María del Mar tienen como única salida la Laguna Superior.
     -Cómo salió usted de Santa María -, se le preguntó.
     -Tenía dolores. Fuimos a la clínica. Era el lunes por la noche. No estaba el doctor, ni la enfermera. Mi esposo rentó una lancha, costó 400 pesos, llegamos a San Dionisio, en medio de golpes por el viento y de ahí a Juchitán, pagamos 200 pesos. Me internaron a las dos  de la tarde y las 10 de la noche nació mi hija Mariel.
     Gabriela González José abraza en la cabina el conjunto de cobijas. Es su hija Mariel, la tercera. Su esposo va en la parte de atrás de la camioneta donde todos los pobladores de Santa María del Mar van apretujados como sardinas y llegan dos pasajeros más. Ni modos, hay que subirlos, son del pueblo.
     ¿Víctima social? No sé, dijo la señora. No entiendo, dijo mientras baja la vista hacia sus brazos, donde sostiene a su hija envuelta en la cobija de colores azules y rosa. Lo importante es que no cumple un día y ya va pasear en lancha, señala con una tímida sonrisa que le da seguridad. 
     Mariel, la tercera hija de la señora Gabriela va a viajar en lancha, antes de las siete de la noche a su hogar, en medio de los vientos que corren arriba de los 40 kilómetros por hora. “Va su primer viaje por mar”, insiste su madre.
A caminar!
     En la ruta de interrogantes, alguien respondió que el nacimiento de Mariel fue un “parto normal”. Por esa razón solo se quedó en el hospital menos de 16 horas. Pero, además, no quisieron tenerla más tiempo ahí, en Juchitán, “porque el hospital está lleno de enfermos de dengue y el hospital de 60 camas tiene más de 100 pacientes”.
    
    




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