sábado, 7 de septiembre de 2013

“No soy cacique”: Mario Bustillo Villalobos


Alberto López Morales
     JUCHITÁN, Oax.- No soy un cacique, porque los caciques cargan la pistola al cinto y yo no traigo, respondió con su voz ronca, pero en tono pausado, al tiempo que con sus dos manos levantaba la camisa color verde pistache que cubría la parte superior del pantalón color caqui.
      Estaba en su consultorio dental, habilitado en la parte frontal de su vivienda ubicada en la contra esquina de la Casa de la Cultura, casi frente a la barda poniente del centro escolar “Juchitán”, donde empieza la calle Colón y termina la avenida 5 de Mayo.
     La entrevista tenía lugar 12 años después que él fue candidato a la presidencia municipal de Juchitán, cargo que ganó en la elección del 17 de noviembre de 1974 cuando la turbulencia política resurgía con la irrupción de la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI).
     Después de su primera respuesta, respiró hondo y se sentó en una cómoda butaca de madera, en la entrada de su vivienda que hacía función de estacionamiento, en medio de maceteros del que surgían helechos y plantas de ornato.
      Ahí, con los ojos semicerrados y cubiertos por sus abundantes cejas, en la comodidad de la butaca expresó una leve sonrisa de orgullo cuando se le preguntó por qué decían que en Juchitán no se movía la hoja o rama de un árbol si él no pestañeaba.
     “No, nada de eso es cierto. Lo que pasa es que tengo muchos compadres, creo que son como 400 y muchos de ellos vienen aquí, a la casa, en busca de consejos. Algunos piden consejos porque quieren participar en la política, otros porque quieren ser mayordomos de alguna fiesta”, dijo.
      Tres días después de ganar la presidencia municipal, 12 años antes de la entrevista, fue involucrado en la muerte de Lorenza Santiago, durante una marcha que protestaba contra lo que sus opositores llamaron “fraude electoral”, el 20 de noviembre de 1974.
      La justicia declaró que él no fue culpable y comenzó a gobernar en Juchitán a partir del primero de enero de 1975. Antes que concluyera su trienio, su partido, el Revolucionario Institucional (PRI), lo convirtió en candidato a la diputación local, cargo que ganó en la elección del siete de agosto.
     En corto, presumía que el gobernador oaxaqueño de esa época, el general Eliseo Jiménez Ruiz, quien había relevado al destituido Manuel Zárate Aquino, había facilitado para que los diputados locales lo eligieran a él como presidente del Congreso Local.
     Desde esa época, no hubo candidato priísta a la gubernatura de Oaxaca que, en busca del voto de los juchitecos, y gobernantes, no pusieran los pies en la casa donde transcurrió la entrevista en 1986. Entrevista donde presumía su afición al boxeo y su buena condición física.
     En esa vivienda pasaron y dialogaron con él, Pedro Vásquez Colmenares, Jesús Martínez Álvarez, su gran amigo Chuchín, Heladio Ramírez, José Murat, Ulises Ruiz Ortiz. La relación con Diódoro Carrasco, fue algo ríspida, pero de respeto, decía cada que tenía oportunidad.
     En la tranquilidad de esa vivienda, alegrada años después de 1986 por un par de escandalosos loros que en la mañana del sábado siete de septiembre guardaban respetuosos un sepulcral silencio, también pasaron políticos coceístas, a principios de los años noventa.
      Cuentan los jóvenes del Foro Ecológico Juchiteco que la cuarta boda del Alfredo Cardona Chacón, hijo del poeta costarricense Alfredo Cardona Peña, se realizó bajo una enorme enramada de carrizos que organizó Julio Bustillo, como padrino al costado sur de la Casa de la Cultura.
     A la fiesta llegaron, obviamente, los amigos juchitecos de Alfredito, como le decían. Todos gritaban en zapoteca “Tapa”, “Tapa”, y mostraban cuatro dedos con la palma de la mano extendida. “Cuatro, “Cuatro”. Celebraban la cuarta boda del hijo del poeta.
     Y entre los amigos, llegaron Héctor Sánchez López y Leopoldo de Gyves de la Cruz, dirigentes coceístas. Cada quien por separado, llegó a la casa de la entrevista y lo saludaron a él, a hombre que les decía: somos contendientes políticos, no enemigos.
     Años antes, él y Polín de Gyves, habían compartido la experiencia de la 53 Legislatura federal de 1985, el año del sismo del 19 de septiembre, y que concluyó su periodo en 1988, cuando México se abrió paso a la pluralidad, con el Frente Democrático Nacional, de Cuauhtémoc Cárdenas.
     Desde las 03:00 horas del sábado siete de septiembre, él se fue junto a su hijo Julio, fundador del Foro Ecológico Juchiteco. Su memoria será preservada por doña Yolanda Cacho y sus hijos Edith, Mario, Gonzalo y Yolanda.
     Don Mario Bustillo Villalobos, el hombre de voz ronca pero pausada que dijo en la entrevista: “No soy cacique, porque los caciques usan pistola y yo no traigo”, falleció. Descanse en paz.





    


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