martes, 16 de agosto de 2011

Polémico nombramiento en la ASE


JUCHITÁN INFORMA

Alberto López Morales

     Si la renuncia de Lizbeth Caña Cadeza, como titular de la Auditoría Superior del Estado (ASE), fue polémica, la designación de Carlos Altamirano Toledo, lo fue más.

     Cuando Caña Cadeza rindió protesta como titular de la ASE en el 2008, ante el Congreso local con mayoría priísta, los opositores al gobernador Ulises Ruiz Ortiz pusieron el grito en el cielo porque ella había formado parte del gabinete ulisista.

     Ahora fue al revés.
    
     Carlos Altamirano Toledo fue designado como nuevo auditor de la ASE, el organismo que tiene como tarea el combate contra la corrupción, cuando apenas había renunciado al cargo de secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Gabino Cué.

     No se observan, sin embargo, los gritos destemplados de los opositores del pasado, convertidos en gobernantes del presente, en contra del hecho de que Altamirano Toledo haya formado parte del gobierno oaxaqueño hasta la semana pasada.

     Desde que Carlos Altamirano renunció a la Secretaría de Desarrollo Social, en los medios, en los cafés, en los bares y en el Congreso, se sabía o se especulaba que su salida de una súper Secretaría que nunca controló, estaba negociada para pasar al frente de la ASE.

     Los pronósticos se cumplieron al pie de la letra.

     Desde el lunes 15, el ex priísta y ex colaborador de Ernesto Zedillo en la administración de las finanzas de la presidencia de México, es el Auditor que por siete años tendrá la facultad de vigilar la aplicación correcta de los recursos y sancionar a quienes incurran en actos de corrupción.

     No había y no hay, eso sí, ningún impedimento legal para que los diputados eligieran al ixtaltepecano como responsable de la ASE. Incluso tiene tras de sí una larga experiencia en el servicio público para desempeñar el cargo. Y es economista

     Pero sí había y hay razones éticas.

     Durante el trienio 2006/ 2009 Carlos Altamirano fue diputado federal. Le ganó en las urnas a Agustina Acevedo, una aguerrida mujer que parecía imbatible en las elecciones. Y se convirtió en el coordinador de la bancada de los perredistas oaxaqueños.

     Apenas en el 2009 fue una de las cartas fuertes del PRD para competir por la gubernatura, pero terminó por declinar a favor de Cué. Políticamente es un personaje ligado a Marcelo Ebrard, jefe del DF que pelea la candidatura presidencial perredista con Andrés Manuel López Obrador.

     Cuando Gabino Cué presentó sus iniciativas de reforma política a la actual legislatura de Oaxaca, el primero de diciembre, introdujo la idea de convertir a la ASE en un instrumento de la sociedad civil para vigilar la aplicación de los dineros y combatir la corrupción.

     El nombramiento de Carlos Altamirano Toledo, resultó polémico y dañó la imagen del Congreso que se ufana de su composición plural, como si eso fuese una garantía ética, pero también minó la credibilidad del Ejecutivo Estatal.

     En la súper Secretaría de Desarrollo Social, que nació con el gobierno de Cué, Carlos Altamirano no cuajó porque, como se sabe, los subprogramas del programa Bienestar quedaron en manos de los amigos del gobernante.

     Carlos Altamirano, de filiación perredista, no pudo lidiar con los subsecretarios Víctor González Manríquez, de extracción panista y Othón Cuevas, del PRD, porque ni siquiera los puso él, sino el propio Cué.

     El cambio le vino bien a Carlos Altamirano, quien superará la tradicional línea sexenal. Durará en el cargo siete años. Pero a los diputados no, porque en esta nueva etapa se vieron avasallados por el Poder Ejecutivo, como en el pasado.

     Quedó en el ambiente de que la mayoría de los diputados, 36 de los 42 para ser exactos, sucumbieron ante el poder de Cué y también quedó bajo sospecha de que en poco tiempo los partidos PAN, PRD y hasta el PRI cobren la factura a través de posiciones en la ASE.

     De nueva cuenta, pues, como ocurrió con la integración del Instituto Estatal Electoral, en Oaxaca se repite la historia del pasado donde las prácticas políticas eran dirigidas por el centralismo autoritario, lejos, muy lejos de la aspiración ciudadana.

     ¿Había alguna necesidad política para abaratar en ocho meses de gobierno otra tajada del capital político? ¿Simple cálculo político transexenal? ¿Ir al fondo en la lucha contra la corrupción del pasado? O, ¿El reacomodo de las fuerzas para contener la crisis institucional que se avizora?
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Juchitán Informa en www.stereosur.com (de 8 a 9 am de Lunes a Viernes)

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