sábado, 23 de abril de 2011

"Ni una masacre más", exigen migrantes de Centroamérica

Alberto López Morales

     CIUDAD IXTEPEC, Oax.- Agotado y adolorido, el hondureño Carlos Daniel Santos Maldonado fue crucificado frente a la oficina de la Policía Ministerial, ante la exigencia colectiva de “ninguna masacre más” y el grito colectivo de que “los migrantes no son criminales”.

     Así llegó a su fin la escenificación del Vía Crucis de los centroamericanos que comenzó el miércoles en la frontera sur, con el apoyo de media docena de organizaciones civiles y no gubernamentales que pidieron a la diputados que aprueben la nueva ley migratoria.

     En una mezcla de orgullo y satisfacción que no en ningún momento ocultó, Santos Maldonado dijo que al interpretar el papel de Jesús en el Vía Crucis, trató de resumir “el  dolor y el sufrimiento” de sus paisanos de Centroamérica que buscan una mejor vida en Estados Unidos.

     “Cargué la cruz desde el río Suchiate en la frontera sur. Nadie me obligó. Lo hice con gusto porque con ese martirio quise pedirle a México que nos dé libre paso y para decirle a los mexicanos que no somos delincuentes”, dijo el hondureño Daniel Santos.

     La procesión de unas 80 personas, migrantes centroamericanos en su mayoría, salieron del albergue “Hermanos del Camino”, llegó a la vieja estación del tren de esta ciudad justo en el momento en que  el ferrocarril de Medias Aguas, Veracruz pitaba anunciando su llegada.

     Daniel Santos, con la fortaleza que le da sus 25 años de edad, subió con varios migrantes más, al lomo de la bestia después que paró su recorrido sobre las vías y desde arriba, fueron desplegadas varias pancartas que reclamaban una nueva ley migratoria en México.

     El recorrido desde el albergue “Hermanos del Camino”, hasta la oficina de la Agencia del Ministerio Público fue un verdadero martirio en medio de un implacable calor deshidratante que también compartió la comisionada gubernamental de derechos humanos Eréndira Cruzvillegas.

     Una vez dentro de las lúgubres oficinas que la Procuraduría de Justicia de Oaxaca tiene en esta ciudad, el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra destacó que la impunidad es el fenómeno que permite los asaltos, robos y abusos en contra de los migrantes de Centroamérica.

     “Protestamos aquí porque de este lugar salieron los últimos policías que insultaron, agredieron, secuestraron y robaron a los migrantes y tengo esperanzas de que por primera vez en cinco años de venir denunciando estos ilícitos, ahora sí sean castigados los responsables”, apuntó.

     Solalinde Guerra expresó que en la administración estatal del gobierno aliancista de Gabino Cué, hay un cambio positivo de actitud que alienta la esperanza, sin  embargo, adelantó que no es suficiente la buena voluntad para combatir la impunidad, sino políticas que  apliquen la justicia.

     Los integrantes de las diversas organizaciones civiles y de migrantes pernoctarán en esta ciudad, donde esperaban ser recibidos por el alcalde perredista, Félix Serrano, pero nadie de la autoridad local acudió. “El presidente salió de vacaciones”, comentaron sus colaboradores.

     Después de ubicar una de las casas “donde los migrantes son retenidos y secuestrados”, a un costado de las vías ferroviarias, Solalinde Guerra le pidió a su homólogo Heyman Vásquez que empujen juntos la nueva ley de migración.

     “La nueva ley ya pasó en el senado, pero se atoró en la cámara de Diputados y hay presiones de Estados Unidos para que no pase, pero iremos al Distrito Federal para que se apruebe”, señalaron los dos párrocos defensores de los derechos de los centroamericanos “sin papeles”.




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