viernes, 31 de diciembre de 2010

La nueva realidad municipal de Oaxaca

Alberto López Morales
     Con el inicio del año nuevo Oaxaca inaugurará un nuevo escenario en la vida municipal.
     Tras las históricas elecciones de julio pasado, más de 70 municipios, de los 152 que vivieron procesos mediante el sistema de partidos políticos, quedaron en manos de la oposición.
     El PRI fue el gran perdedor, no solo por la reducción de su presencia en la vida municipal, sino porque fue derrotado en municipios de gran importancia económica, política y social de la entidad.
     Huajuapan de León, Tuxtepec, Loma Bonita, Xoxocotlán, Huatulco, Ciudad Ixtepec, Juquila, Sola de Vega, Tapanatepec, Putla, Huautla, El Barrio de la Soledad, Guichicovi, Acatlán, el puerto de Salina Cruz y la capital oaxaqueña como cereza del pastel, serán gobernados por la oposición.
     El PRI, en cambio gobernará mayoritariamente en municipios de escasa rentabilidad electoral, aunque ganó además en municipios que cuentan con proyectos estratégicos de importancia como Juchitán, Unión Hidalgo y Santo Domingo Ingenio, donde se esperan nuevas y millonarias inversiones por parte de los desarrolladores de parques eólicos para generar electricidad con la fuerza de los vientos.
     En los municipios, ya se sabe, la ciudadanía tiene la percepción y el conocimiento más cercano al funcionamiento exitoso o de fracaso de cualquier administración pública y es ahí, justamente, donde los partidos opositores al PRI tendrán que demostrar que sí son opciones genuinas de gobierno y máxime que tendrán como un aliado a un gobernante que fue capaz de aglutinar las inconformidades sociales y terminar con 80 años de gobiernos priístas.
     Los nuevos alcaldes de todas las filiaciones políticas tienen ejemplos muy recientes de administraciones públicas exitosas o de fracasos para que salgan airosos en su nueva responsabilidad y contribuyan a mejorar los índices de desarrollo humano de las y los oaxaqueños.
     Los alcaldes opositores al PRI podrán analizar el desastroso desgobierno que encabezó el dirigente del Partido del Trabajo (PT), Mariano Santana, en el municipio de Juchitán, para saber cómo no se debe gobernar y en cambio podrán abrevar de la experiencia positiva en el ejercicio de gobierno del perredista Carol Antonio Altamirano, en Asunción Ixtaltepec, que le permitió al perredismo refrendar su presencia en el ayuntamiento ixtaltepecano, a diferencia del coceísta Santana López, que fue derrotado por el PRI y sus propios aliados de la COCEI.
     Los alcaldes priístas también están en condiciones de verse en el espejo de los llamados “líderes” históricos del PRI, que distanciados de la sociedad, arrogantes y envueltos en escándalos de corrupción con el uso discrecional de los recursos públicos, perdieron hasta en sus propios municipios.
     Ahí están los ejemplos de los llamados “líderes”, como Jorge Toledo, dirigente de la CNOP, ex coordinador de la campaña de Eviel Pérez Magaña, secretario general de gobierno y efímero líder estatal de los priístas oaxaqueños, que perdió en El Espinal, la tierra que gobernó.
     También está el ejemplo del senador Adolfo Toledo Infanzón, ex diputado local, líder cenecista y ex alcalde de Ciudad Ixtepec, que ahora será gobernada por el perredista Félix Serrano.
     Pero el ejemplo más claro de cómo algunos liderazgos son ficticios se localiza justamente en la figura de Eviel Pérez Magaña, actual dirigente del PRI en Oaxaca y ex candidato derrotado al gobierno de la entidad. Perdió hasta en su natal Tuxtepec.
     Los nuevos alcaldes no podrán quejarse de falta de ejemplos para salir airosos en sus responsabilidades o para encaminarse por el sendero del fracaso.
     En el contexto de los jaloneos que se registraron para la integración de los ayuntamientos, el PRI volvió a mostrar, como ocurrió en el país a partir del año 2000 cuando fue derrotado en la elección presidencial, que es incapaz de desenvolverse con unidad ante la pérdida del Poder Ejecutivo. Se vio, en suma, sin liderazgo alguno.
     Inexperto en las lides políticas Pérez Magaña cometió el primer y garrafal error en su condición de jefe priísta y acorralado en la oposición. Sin necesidad política alguna adelantó sus cartas y las mostró en público al reunirse con los líderes estatales del PAN y PRD, Carlos Moreno Alcántara y Amador Jara Cruz, el 16 de diciembre en la ciudad de Oaxaca.
     Muchos priístas reconocieron que efectivamente fue un error de su líder sentarse con las manos vacías frente a los líderes del Pan y PRD.
     ¿Pero qué se podía esperar de un personaje que tuvo una vertiginosa carrera política al amparo del poder, donde ni bien entraba a una posición, pedía licencia para irse a otra?
     La meteórica carrera política formal de Pérez Magaña comenzó al ganar la presidencia de Tuxtepec, en el 2001, antes de concluir su periodo pidió licencia y ganó la diputación federal en 2003, cargo que dejó en el 2004 para dirigir al Instituto de la Vivienda Oaxaqueña (IVO), después fue nombrado secretario de Obras Públicas y en el 2009, siempre con la protección de Ulises Ruiz Ortiz, ganó la diputación federal, escaño que abandonó para perder la gubernatura de Oaxaca en el 2010.
     Se entiende así el por qué de la premura y el primer gran error político del jefe de los priístas oaxaqueños en el contexto de las negociaciones por la integración de los 152 ayuntamientos de Oaxaca que surgieron de elecciones por sistema de partidos políticos.
     Huérfanos del poder estatal, los priístas se aprestan a atrincherarse en los municipios donde ganaron. Ahora, los nuevos alcaldes priístas tendrán su propia voz, su propio poder y su propia parcela política, como ocurrió con los gobernadores priístas que se convirtieron en virreyes tras la pérdida de la presidencia de México.
     Aun antes de iniciar con sus respectivos mandatos, un total de 22 alcaldes electos del PRI dieron muestras de que, arropados por líderes priístas naturales, caminarán sin la directriz de sus dirigentes estatales.
     Los alcaldes, entre ellos los presidentes electos de San Pedro Huamelula, Eliseo Jiménez Bende, San Blas Atempa, Héctor Jiménez; San Juan Bautista Cuicatlán, Jorge López Esteva; San Andrés Zautla, Vicente Chávez Jiménez, San Juan Bautista Lo de Soto, José Alberto Hernández Clemente; Tlacolula de Matamoros,  Concepción Robles; Santiago Laollaga, Antonia Guzmán Jarquin; Jalapa del Marqués, Juan Manuel Hernández, y San Pedro Mixtepec, Eduardo Rojas, desconocieron la pretendida interlocución de Eviel Pérez Magaña y aseguraron que los únicos interlocutores con el gobierno son los presidentes que fueron electos a través del la voluntad popular.
     Se entiende que  a partir del primero de enero, en Oaxaca habrá muchas versiones del PRI. Unas responderán a los líderes que fueron ninguneados durante el gobierno de Ruiz Ortiz, otras tendrán el sello de los ex gobernadores priístas, como José Murat y Heladio Ramírez y sin duda alguna, entrarán en escena los cacicazgos regionales.
     El riesgo para Oaxaca es que habrá un reposicionamiento del priísmo dinosáurico desde las regiones que tratará de frenar la transición.
     De mientras, los 22 alcaldes que suscribieron un comunicado que se difundió el 31 de diciembre lamentaron que la dirigencia del PRI (encabezada por Eviel Pérez Magaña) tome decisiones que obedecen solamente a intereses personales  y de grupo y no coadyuvan a construir los escenarios de paz que se necesita en los municipios.
     La nueva realidad de la vida municipal de Oaxaca ya sacudió a la estructura formal del PRI al ser desconocido Eviel Pérez Magaña, como interlocutor del gobierno de Cué, abrió la posibilidad de que los alcaldes opositores al PRI contribuyan a superar rezagos y enconos que fueron bandera de la protesta social de 2006, además de justicia y destierro de la impunidad, pero también dejó el resquicio para el atrincheramiento de los grupos caciquiles que operan desde las regiones empobrecidas de Oaxaca.
     Una de las grandes interrogantes en este inicio de año es si el gobierno de la alternancia decide tocar las puertas contra la impunidad y la corrupción, sin que importe la filiación política o el tamaño del personaje y la otra consistirá en saber hasta dónde abarcará el espíritu democrático de los nuevos alcaldes para que dejen a un lado la opacidad y se sometan al escrutinio de la ciudadanía mediante esquemas de transparencia.
(twiter: alberticolopez)
¡FELIZ AÑO A TODOS!






Critican legisladores a Martín Vásquez

Alberto López Morales
     OAXACA, Oax.- Diputados locales del PAN, PRD, PT y Convergencia cuestionaron a su homólogo Martín Vásquez Villanueva al suscribir un comunicado del PRI en su condición de presidente de la Junta de Coordinación Política de la 61 Legislatura local.
     El diputado priísta Vásquez Villanueva firmó en la víspera un comunicado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde da a conocer el retiro de ese instituto de la mesa de diálogo que instaló el gobierno aliancista de Gabino Cué, para destrabar conflictos municipales.
     Los coordinadores parlamentarios del PAN, PRD, Convergencia y PT, Juan Mendoza Reyes, Carol Antonio Altamirano, Margarita García e Hita Ortiz Silva, respectivamente, manifestaron que lejos de buscar la estabilidad y gobernabilidad en el estado, “los priístas buscan crear conflictos”.
     Los legisladores señalaron que no avalan las declaraciones de Vásquez Villanueva y las calificaron como irresponsables, al tiempo de precisar que el presidente de la Junta de Coordinación “tendrá que explicar al Congreso del Estado el porqué ocupó esa figura”.
     El coordinador de la fracción parlamentaria del PRD en el Congreso local,  Carol Antonio Altamirano condenó la actitud asumida por el diputado Martín Vásquez, al firmar el desplegado del PRI como presidente de la Junta de Coordinación Política.
      “Nosotros le estamos pidiendo que deslinde  a la institución porque la presencia de la coordinación representa la unidad de la Cámara, la unidad de los diputados”, precisó Carol Altamirano, quien además cuestionó el retiro del PRI de la mesa de diálogo.
     Es irresponsable que el PRI se haya retirado de una mesa de diálogo, la política es diálogo, es construir acuerdos, por eso se instaló la mesa, no hay pretexto alguno, son instituciones que tienen contribuir al fortalecimiento a la democracia”, señaló Carol Antonio Altamirano.
       Por su parte, el coordinador de los diputados del PAN, Juan Mendoza Reyes indicó que el PRI muestra que no tiene voluntad política por generar la gobernabilidad. Los priístas quieren desestabilizar a Oaxaca y truncar la transición democrática, advirtió.
     En tanto, la legisladora del Partido Convergencia, Margarita García sostuvo que los que quieren confrontar, como el PRI y el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, el diputado priísta Martín Vásquez, “deben pensar primero en el pueblo de Oaxaca”.


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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Resguarda escolta a Solalinde Guerra

Alberto López Morales
     CIUDAD IXTEPEC, Oax.- “Me siento raro, no incómodo, pero estoy más tranquilo”, reveló el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, al comentar sus primeras experiencias bajo el resguardo de cuatro jóvenes policías estatales de Oaxaca que desde la media noche del lunes tienen la responsabilidad de proteger la vida amenazada del defensor de los migrantes centroamericanos.
     “Me siento más tranquilo, no por mí, sino porque al aceptar la escolta cumplo los deseos de la señora Margarita Zavala y de las organizaciones mexicanas e internacionales que se han solidarizado con nuestro trabajo pastoral”, añadió sonriente, relajado en las primeras horas de contar con la vigilancia policial.
     Los cuatro policías, de un grupo de ocho agentes estatales y dos elementos de la SIEDO que tendrán a su cargo la protección del fundador del albergue para migrantes “Hermanos del Camino”, llegaron a la media noche del lunes.
     “Estaba tan cansado que cuando dormía escuché que me dijeron: Padre, ahí lo buscan unas personas de la Seguridad Pública del estado. Al despertar, veo desde la hamaca a cuatro gigantes vestidos de negro, con sus armas largas. No supe qué decirles de inmediato, solo atiné a darles la bienvenida. Me encontraron fuera de lugar”, confió el párroco.
     Muy temprano, Solalinde Guerra desayunó con sus escoltas. “Desayunamos juntos, unos huevos revueltos con epazotes, chilaquiles con frijoles y tomamos algo de avena y ahí en la mesa empezamos a ponernos de acuerdos porque quiero un perfil discreto”, narró.
     Bajo su nueva condición de sacerdote escoltado, Solalinde Guerra acudió después del desayuno a la parroquia de san Jerónimo, en el centro de la ciudad, siempre bajo la vigilancia de los cuatro policías de la élite de seguridad pública de Oaxaca, donde ofició una misa en punto de las 11.00 horas.
     Alejandro Solalinde Guerra, quien en junio de 2008 enfrentó casi solo la amenaza de que quemarían el albergue, hoy vive una nueva realidad. Está en el centro de la atención internacional, no se da abasto para atender las llamadas telefónicas de solidaridad o para las entrevistas y ahora cuenta con una escolta inicial de cuatro jóvenes que escudriñan todo.
     “Me siento raro, no incómodo, pero estoy más tranquilo y trato de tener una buena relación con los jóvenes (policías), les hablo de mi labor pastoral, les he dicho que la corrupción es traición a la patria y creo que voy a remover lo más profundo de sus corazones”, señaló.
     “Vamos a poner todo nuestro esfuerzo para que nuestra misión sea un éxito. Estamos preparados”, dijo uno de los primeros cuatro escoltas quien pidió el anonimato de su identidad por razones de seguridad y tomó datos de los reporteros.
Registra SIEDO 30 plagiados
     Solalinde Guerra dijo en entrevista posterior que de acuerdo a los testimonios de los migrantes que permanecen en calidad de testigos protegidos, la SIEDO tiene el registro de que fueron plagiados, la noche del 16 de diciembre, como 30 personas.
     “Es un número menor al de 40 o 50 que inicialmente se dijo, pero no deja de ser grave porque de todos modos son secuestros  que deben ser esclarecidos y castigados”, apuntó el sacerdote, quien destacó el “gran esfuerzo de la SIEDO para resguardar la integridad de los testigos.
     Entrevistado en la capilla del albergue, frente a la imagen religiosa de Cristo Crucificado, Solalinde Guerra destacó además que los migrantes testigos protegidos serán regularizados en su situación migratoria y nadie sabrá quiénes son y dónde estarán.
Diputados pedirán Fiscalía
     A su regreso de la misa oficiada en la parroquia de san Jerónimo, patrono de los ixtepecanos, Solalinde Guerra recibió la visita de la diputada local, Aleida Serrano Rosado, perredista, originaria de esta ciudad e integrante de la Comisión de Asuntos Migratorios de la 61 legislatura local.
     La legisladora le informó a Solalinde Guerra que los diputados de las comisiones de asuntos Migratorios y de Derechos Humanos presentarán este miércoles un exhorto al procurador de Oaxaca para que se instale en esta ciudad una Fiscalía especializada para la atención de migrantes.



    

Oaxaca se tensa por relevo de alcaldes

La entidad llegará al 1 de enero, cuando deben tomar posesión los alcaldes de 570 municipios, en medio de tensión y confrontación en al menos media centena de localidades
BLOQUEO. Habitantes de San Pedro Ixtlahuaca se armaron con piedras, palos y machetes para tomar la alcaldía; este es uno de los conflictos postelectorales que vive Oaxaca y que las autoridades dijeron que resolverán antes del 1 de enero de 2011. (Foto: Hugo Alberto Velasco/NOTIMEX )
Miércoles 29 de diciembre de 2010
Alberto López Morales Corresponsal | El Universal OAXACA
Ennegrecido por las llamas que dejó la quema de llantas desde mediados de noviembre, el palacio municipal de Santiago Laollaga, tomado por ex perredistas que hallaron cobijo en el Partido Nueva Alianza (Panal), refleja la intensa rivalidad con que los grupos políticos le disputan al PRI el poder municipal en Oaxaca.
“En Laollaga no vamos a permitir la imposición priísta”, advirtió el líder del llamado Frente de Municipios contra el Fraude, Humberto Alcalá Betanzos, quien el lunes ordenó además la toma de las alcaldías de San Francisco Ixhuatán, Reforma de Pineda, Santo Domingo Chihuitán y Guevea de Humbolt, en el Istmo de Tehuantepec, donde el PRI ganó las elecciones locales.
A unas horas del 1 de enero de 2011, cuando se registre el relevo de las autoridades en los 570 municipios de Oaxaca (152 electos por el sistema de partidos y 418 por el régimen de usos y costumbres), la tensión prevalece en unas 50 localidades.
Militantes de PAN, PRD, PT, Convergencia y Panal se han movilizado en los últimos días con marchas, bloqueos de carreteras, plantones y huelgas de hambre para arrebatar al PRI los triunfos que obtuvo en las urnas, según las constancias entregadas por el Instituto Estatal Electoral.
En Santiago Laollaga, un municipio zapoteco que desde hace nueve años vive en permanente confrontación, los ex perredistas quemaron parte del palacio el 14 de noviembre y el pasado lunes tomaron la alcaldía.
“La que se dice presidenta electa, Antonia Guzmán Jarquín, no subirá al palacio el primero de enero porque es producto del fraude priísta”, advirtieron pobladores que convirtieron en cocina la parte baja del palacio municipal, donde duermen y vigilan ante la ausencia de policías estatales.
Laollaga no es el único municipio que vive la tensión, pero sí el que refleja el alto grado de confrontación. De acuerdo con el subsecretario de Desarrollo Político del gobierno de Oaxaca, Óscar Cruz López, hay 50 municipios que merecen “atención especial”.
Entre esos municipios está San Blas Atempa, cuyo edificio de gobierno fue incendiado el 1 enero de 2005 y desde entonces permanece en poder de los opositores que simpatizan con el Frente Popular Revolucionario (FPR).
“En San Blas el PRI ganó con el fraude y no permitiremos la instalación del cabildo”, advirtió el líder de la Resistencia Civil, Javier Aluz Mancera.
“A partir del primero de enero de 2011, la oposición se declarará en rebeldía y no le daremos tregua a los priístas”, amagó el dirigente.
Desde hace seis años, los dos últimos gobiernos priístas de San Blas Atempa han despachado en sedes alternas. “El palacio de la rebeldía seguirá en manos del pueblo y no permitiremos que el cabildo se instale en otra sede alterna”, señaló Aluz Mancera.
La tensión también se vive en Santa María Petapa. Los opositores a la alcaldesa electa del PRI, Ángela Juárez Mendoza, tomaron el palacio. “Basta de cacicazgos”, dijeron los perredistas inconformes. Ángela Juárez es hermana del ex presidente y ex diputado local priísta Germán Juárez.
Con la finalidad de destrabar los conflictos municipales, el gobierno aliancista de Gabino Cué Monteagudo instaló una mesa de diálogo el 27 de diciembre para revisar además los casos de San Pedro Mixtepec, Putla de Guerrero, Juxtlahuaca, Matías Romero, San Miguel y Santa María Chimalapa, y Santa María Petapa, informó el subsecretario de gobierno Óscar Cruz.
Mientras tanto, mujeres de la Coordinadora Democrática de Pueblos (CDP), identificada con el perredismo de Izquierda Democrática de René Bejarano, realizaron una huelga de hambre frente al Instituto Electoral.
La CDP exige la anulación de las elecciones en Santiago Lachiguiri, donde impidieron la participación de su candidata Itaiza López, “por ser mujer” y en San Miguel y Santa María Chimalapa, en San Miguel Tenango y en San Juan Lalana.
Juan Valdivieso, dirigente de la CDP, le pidió al gobierno de Gabino Cué Monteagudo, que aproveche la alternancia “para desterrar los cacicazgos priístas que aún sobreviven en las regiones” y demandó la destitución de los integrantes del Instituto Estatal Electoral (IEE), que calificó como reducto de los gobiernos priístas.
El gobernador aliancista Gabino Cué Monteagudo se reunió el lunes con su gabinete y giró instrucciones para que el relevo de las autoridades municipales “se dé en paz y tranquilidad”.
A juicio del coordinador parlamentario del PRD en el Congreso local, Carol Antonio Altamirano, el riesgo de que estalle la violencia en unos 20 municipios es real. Es posible, adelantó, que para evitar hechos violentos, se designen administradores municipales en unos 16 municipios.
En Laollaga, que en los últimos tres años ha sido gobernado por administradores, la advertencia cortante es de los ex perredistas agrupados en el Frente de municipios contra el fraude. Insisten en que ahí hubo fraude y que no permitirán la “imposición”.
En los comicios de julio, el PRI perdió los municipios de mayor importancia, como la capital, el puerto de Salina Cruz, Ciudad Ixtepec, Huajuapan de León, Tuxtepec y Loma Bonita, la mayoría frente a la alianza PAN-PRD.
 

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Juchitán Informa: Solalinde acepta la protección federalfunction abr...: "Solalinde acepta la protección federal Martes 28 de diciembre de 2010 Alberto López Corresponsal El Universal politica@eluniversal.co..."

martes, 28 de diciembre de 2010

Solalinde acepta la protección federal

Martes 28 de diciembre de 2010 Alberto López Corresponsal | El Universal politica@eluniversal.com.mx
CIUDAD IXTEPEC, Oax.— El sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, coordinador del albergue para migrantes Hermanos del Camino y amenazado de muerte presuntamente por los secuestradores de centroamericanos indocumentados, informó que sí aceptará la protección del gobierno federal.

Además, la Procuraduría General de la República (PGR), informó que el religioso rindió declaración como testigo de oídas sobre el presunto plagio de 40 inmigrantes centroamericanos.
El también coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana expuso que tras recibir una llamada telefónica de Margarita Zavala, esposa del presidente Calderón, y ante la preocupación compartida por la comunidad internacional, decidió aceptar la protección.
Solalinde informó a la Conferencia Episcopal de Italia, con cuyos representantes habló ayer, que se coordinará con el quinto Visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Fernando Bautista, sobre cómo operarán los mecanismos de seguridad.
En enero de 2007, Alejandro Solalinde fue encarcelado por la policía de Ixtepec, junto con 17 migrantes, tras denunciar la existencia de una red de secuestradores de centroamericanos que operaban en complicidad con las corporaciones policiacas de la entidad.
En junio de 2008, Hermanos del Camino recibió amenazas de que sería incendiado.
El 17 de este mes, después que denunció el secuestro de 40 centroamericanos, recibió en el albergue la visita de uno de los enviados de los plagiarios, para conocerlo. “Entendí que se trataba de un mensaje, como diciéndome, no me estorbes”, dijo.
“Voy a aceptar la protección del gobierno federal, pero les diré que no quiero un trato de político, de rico o de personaje importante sin serlo. Lo que deseo al final es que México tenga una política migratoria digna en la frontera sur”, aclaró el sacerdote.

Solidaridad del Congreso
Alejandro Solalinde Guerra recibió ayer la solidaridad de los diputados federales a nombre del legislador por Oaxaca Heliodoro Díaz Escárraga, quien además sostuvo un encuentro con unos 30 inmigrantes centroamericanos.
Durante su visita, el legislador le informó a Solalinde Guerra que el 4 de enero de 2011, la Comisión Permanente de la Cámara baja definirá el formato de la comparecencia del secretario de Gobernación, Francisco Blake y del titular del INM, Salvador Beltrán.
Durante su visita, Helidoro Díaz Escárraga escuchó las quejas y denuncias de los centroamericanos que permanecen en el albergue: “Nos roban los policías, nos secuestran los delincuentes y nos lastiman con los operativos”.
Tras la visita del diputado, Solalinde Guerra recibió a agentes de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), quienes recaban testimonios de testigos de los últimos secuestrados.

Juchitán Informa: La Guerra de Solalinde

Juchitán Informa: La Guerra de Solalinde: "Alberto López Morales JUCHITÁN, Oax.- Hace 10 años el drama de los indocumentados centroamericanos en su peligroso v..."

domingo, 26 de diciembre de 2010

Un refugio para los desvalidos del camino

Los migrantes llegan dolidos de alma y cuerpo por los abusos: Solalinde


Domingo 26 de diciembre de 2010 Alberto López/ Corresponsal | El Universal

CIUDAD IXTEPEC, Oax.— El silencio envuelve la vida del albergue para migrantes Hermanos del Camino. La rutina se quebró desde hace una semana. Hay menos de 50 centroamericanos. En el ambiente flotan el miedo y la incertidumbre, la indignación y la esperanza. Afuera, la inusual presencia de policías estatales revela el peligro y el clima de tensión.
“Me siento muy cerquita de la muerte, pero voy asimilando los riesgos y he entrado en un estado de tranquilidad y de alegría”, dijo el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, después de que enviados de los plagiarios de migrantes amagaron con penetrar en el albergue fundado en 2005, cerca de la estación ferroviaria en el barrio La Soledad, al suroeste de esta ciudad donde conviven zapotecos con descendientes de iraquíes, libaneses, españoles y chinos.
Después de la negra noche del 16 de diciembre, cuando los migrantes que viajaban en el tren procedente de Arriaga, Chiapas, fueron asaltados y secuestrados, en el albergue se observan escasos centroamericanos. Dos familias completas y el resto, unos 30 jóvenes, aterrados por los asaltos, que por primera vez en sus vidas pasaron la Navidad lejos de sus países y añorando los tamales de pollo y chancho (cerdo).
En la pesadez del silencio que se extiende alrededor del albergue, donde confluyen tiendas de abarrotes, iglesias cristianas, panaderías y cantinas, la confidencia se abre paso. “Falta más vigilancia, creo que los soldados deberían vigilar el paso del tren”, comentó Arbelio López Aguilar, un hombre que desde 1998 instaló una pequeña miscelánea a un costado de las vías, sobre un atajo polvoriento que conduce al albergue.
“Desde hace años yo veía aquí cómo los policías se llevaban a los migrantes. Ahora veo cómo algunos migrantes, borrachos y drogados asaltan a sus mismos compañeros. Yo trato de ayudarles con galletas, agua y refrescos, porque uno de mis hijos y mi yerno están en Estados Unidos, como mojados. Joel está en Texas y Ángel, el yerno, trabaja en San Diego”, añadió.
Propietario de la pequeña miscelánea Malena, Arbelio López Aguilar confesó que “por miedo” a los maras y algunos migrantes drogados, optó por reforzar la seguridad de su modesta tienda de abarrotes con una reja de fierro. “Ahora veo que ya está pasando la policía, pero vivimos con temor”, dijo.
Frente al temor que se respira en el albergue y su contorno, se levanta desafiante la solidaridad internacional a través de Elvira Arellano, símbolo de la inmigración en territorio estadounidense, quien con su hijo Saúl, de 12 años, acompaña al padre Alejandro Solalinde, recopilando la información que se publica en redes sociales y en los medios, sobre el último asalto contra migrantes.
En el pequeño cuarto que alberga dos computadoras, un teléfono, un estante y dos mesas habilitadas como escritorios labora Elvira Arellano; se observa en silencio al activista de derechos humanos Irineo Mujica Arzate, mismo que fue golpeado por la migra en Puebla y en protesta realizó una huelga de hambre durante 16 días.
“Los migrantes sí fueron asaltados y secuestrados. Yo recogí los primeros testimonios cuando alcanzamos el tren entre Unión Hidalgo y la ciudad de Juchitán”, dijo el fotoperiodista que durante los últimos tres años ha documentado las vejaciones contra los migrantes, viajando con ellos en el tren y asumiendo los riesgos.
A unos pasos donde laboran ambos activistas, bajo un techo de asbesto y paredes de bloques de cemento a media construcción, el improvisado comedor luce semivacío con 10 mesas largas y 30 sillas de plásticos. Casi a la entrada, donde se anuncian los horarios para el desayuno, comida y cena, están apilados decenas de troncos dispuestos para la leña.
En el fogón, doña Rosalba Navarrete, quien lleva 11 años acompañando al sacerdote Solalinde con su labor pastoral, cumple con su responsabilidad como encargada de la cocina y preparando los alimentos.
“Aquí los migrantes llegan dolidos del alma y del cuerpo y trato de hacerles olvidar los abusos que sufren en el viaje por tren, pero ellos siempre nos dicen que son golpeados por la migra y que son asaltados por los pandilleros”, comentó.
Frente al televisor, la hondureña Lorena Vásquez expuso: “Hasta los mismos maquinistas y garroteros del tren nos piden dinero para los refrescos”.
En su viaje de Arriaga a Ixtepec, que dura unas 15 horas en promedio, “el tren paró tres veces para que los maquinistas nos pidieran dinero”, detalló.
Al fondo del albergue se ubica el lugar que podría ser el más cómodo y confortable. Se llama La Palapa, que funciona como enfermería. Por estos días, los responsables, Mirna Guadalupe y su pareja Leonardo de Jesús Hernández, de El Salvador, tienen muy poco trabajo.
“Ahora no han llegado muchos (migrantes), pero antes que se desataran los asaltos atendíamos en promedio como 100 personas por día, algunos con los pies cubiertos de llagas, otros, con dolores de cabeza o del estómago”, dijeron.
En La Palapa atendieron a Sandy Abigail Peláez, quien no sabía que cuando dejó atrás su país Guatemala, al lado de su esposo Fidel Zavala, venía con dos meses de embarazo y también atendieron al hijo de ambos, Marcos Rogelio, de dos años, que presentaba un cuadro severo de deshidratación.
“Queremos llegar a Nueva Orleans, pero sí tenemos mucho miedo de todo. De los asaltos, de que el tren te corte una canilla (ante pierna), o que te agarre la migra y nos regrese. Ya Dios dirá”, dijo la mujer de tez morena de 18 años.
En la entrada norte del albergue, contrario a la dirección de la línea ferroviaria, siete policías de Oaxaca, armados con fusiles largos, permanecen alertas y vigilantes, desde el pasado 17 de diciembre.
Los policías, al mando del suboficial Marcos García Santiago, tienen la instrucción de proteger el albergue que ahora, como resultado de las medidas cautelares dictadas por el gobierno, cuenta con cuatro cámaras de vigilancia, “pero que serán cambiados porque no ofrecen una buena resolución”. Al albergue también le hace falta una mejor iluminación.
“Aquí vamos a pasar la Navidad. Por nuestro trabajo siempre es así, lejos del hogar y de la familia, pero ahora es diferente porque no solo se trata de patrullar una calle, sino de salvar vidas”, comento el suboficial Marcos, de quien Solalinde dijo que cuando platica con él por las noches, “me enseña mucho porque son policías con valores y principios”.
La Navidad en el albergue, “por primera vez en cinco años fue súper”, dijo explosivamente Solalinde Guerra. Hace un año, pasó la noche del 24 de diciembre en la agencia del Ministerio Público, denunciando a policías municipales de Juchitán y en el 2008, denunciado a policías ministeriales de Oaxaca.
En medio del silencio provocado por la tensión y el miedo, unos 50 migrantes, Solalinde y sus colaboradores, finalmente festejaron una “Navidad maravillosa”, con la posada y la misa, donde los centroamericanos cenaron lo que habían pedido: pollo horneado en comiscal (horno de barro), y pasteles de tres leches y de chocolate. También hubo un brindis con vino tinto y blanco y jugo de uvas.
 

Juchitán Informa: La Guerra de Solalinde

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martes, 21 de diciembre de 2010

La Guerra de Solalinde

Alberto López Morales
     JUCHITÁN, Oax.- Hace 10 años el drama de los indocumentados centroamericanos en su peligroso viaje hacia Estados Unidos de Norteamérica aun no se visibilizaba. Ahora, en su  ruta hacia el norte, cuentan con casas de migrantes donde reciben alimentos, atención médica y recuperan fuerzas para emprender la travesía minada por asaltos, robos, secuestros y la muerte.
     Fue en el mes de marzo del año 2000, hace una década, que conocí al hondureño Donaldo Natarén. Desconozco qué haya sido de su vida, pero cuando estuve frente a él, en la garita migratoria de Salina Cruz, me pareció un joven decidido y audaz, tanto que agobiado por el hambre y sin dinero prefirió entregarse a los agentes de migración para que fuera deportado a la frontera con Guatemala y esperar una nueva oportunidad para cruzar México y llegar a USA.
     “En esta aventura, ¡uno vive por puro milagro de Dios!”, me dijo a manera de saludo. Donaldo Natarén conoció unos días después, a sus paisanos Armando Garmendía Flores, Arturo Zúñiga Montenegro y a Flor Angélica Castro. Los tres habían sido asaltados en el ferrocarril procedente de Tapachula, Chiapas. “Nos robaron la ropa, los tenis y el dinero”, dijeron. A Zúñiga Montenegro, los asaltantes le dieron un machetazo en la cabeza y lo lanzaron desde el tren. Salvó la vida porque recibió el auxilio de las autoridades de Cabestrada, un poblado que pertenece a Zanatepec.
     Los responsables de ese asalto, según los propios centroamericanos eran los llamados “mareros”, conocidos con ese nombre porque pertenecían a la banda de los “mara salva truchas”, de la MS 13, “muy mentada porque son en su mayoría salvadoreños y hondureños que le entran a la droga y que ya estuvieron en la cárceles de Estados Unidos. De ellos se dice que son sanguinarios y violentos”, me aseguró Donaldo Natarén.
     El año 2000 fue trágico para los migrantes. Cuando apenas corría el primer semestre seis centroamericanos habían sido asesinados por salteadores del camino, tres más fallecieron asfixiados en la caja de un tráiler abandonado sobre la carretera Transístmica, cerca de Matías Romero y 22 truncaron el sueño americano, ahogados en la boca barra de San Francisco, en la jurisdicción municipal de Ixhuatán, en la zona oriente del Istmo, luego que la lancha en que viajaban naufragó.
     En esa época, los “sin papeles” guatemaltecos, salvadoreños, nicaragüenses y hondureño llegaba al Istmo de Tehuantepec por la carretera Panamericana, el ferrocarril que en el pasado se conoció como “El Panamericano”, procedente entonces de Tapachula y por mar, en lanchas adaptadas con dos motores donde los “polleros”, subían hasta a 30 personas, entre hombres, mujeres y niños. De acuerdo con estimaciones oficiales, el tráfico de indocumentados centroamericanos redituó a las bandas de polleros, tan solo en los primeros seis meses del año 2000, la cantidad de dos millones de dólares.

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     Tras el paso de 10 años, el drama que viven los migrantes ha tenido más saldos negativos. Los asaltos, robos, secuestros, asesinatos, violaciones de mujeres y extorsiones persisten impunemente. Las atrocidades que sufren en su trayecto hacia el país de los dólares son imputables a salteadores del camino, presuntos policías federales, ministeriales y municipales y al crimen organizado que desplazó a los pandilleros de la mara salvatrucha.
     En su trayecto de Arriaga, Chiapas, a Medias Aguas, Veracruz, los migrantes hallan en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, un oasis. Es el albergue “Hermanos del Camino” que todavía construye con denodados esfuerzos el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, integrante de la Comisión de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM).
      La tarea pastoral del párroco Solalinde Guerra no ha sido fácil desde que empezó a construir el albergue “Hermanos del Camino”, a un costado de las vías del tren en Ciudad Ixtepec. A ese albergue, el crimen organizado pretendió infiltrarlo con unos jóvenes centroamericanos que llevan paquetes de marihuana en sus mochilas. Fueron expulsados. La amenaza más grave la vivieron los migrantes y Alejandro Solalinde entre junio y julio de 2008.
     Padres de familia de un barrio ubicado cerca de donde se construyó el albergue, que fueron azuzados por narcomenudistas y la propia autoridad municipales encabezada por el alcalde Gabino Guzmán Palomec, intentaron incendiar las instalaciones del refugio de migrantes. Es esos días de crisis, en Ciudad Ixtepec se vivió un ambiente xenofóbico, racista, discriminatorio e intolerante en contra de los centroamericanos.
     Esa mañana del 25 de junio del 2008, las amas de casa y los padres de familia, azuzados por algunos propietarios de bares, que estaban vinculados con el PRD de Ciudad Ixtepec, encararon al sacerdote Solalinde Guerra. “¡Vamos a quemarlo!”, gritó la señora Juana Luis Enríquez. Entonces el coordinador de la pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano dio la media vuelta, abrió los brazos en cruz y les dijo: “Aquí estoy, hagan de mí lo que quieran, pero esta casa no cerrará sus puertas”.
     Superficialmente el clima antiinmigrante se gestó porque un nicaragüense identificado como Francisco Alvarado fue acusado de violar a una mexicana menor de edad. En el fondo, la protesta inducida nació porque con el albergue, los “sin papeles” tenían donde descansar y alimentarse y los narcomenudistas, que ofrecían cuartos en hoteles, veían disminuidos sus ingresos por la venta de grapas.
     En los últimos 10 años, más de 50 albergues de migrantes construidos por la iglesia desde el sur de México y hasta la frontera con Estados Unidos, han vivido bajo la amenaza de los grupos armados del crimen organizado. En Orizaba, el clima xenofóbico tuvo éxito y cerró sus puertas. En cambio, en Matías Romero, un centro urbano que fue sede del movimiento ferrocarrilero más importante del istmo de Tehuantepec, la iglesia, bajo la coordinación del sacerdote Ranulfo Pacheco López, abrió el segundo albergue para migrantes en Oaxaca, el 28 de julio de 2008. El refugio tiene el nombre de “Ruchagalú”, en zapoteco, que en español significa ayuda o solidaridad.
    
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     10 años después, el drama de los migrantes centroamericanos ha encontrado eco y se extiende. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), documentó que tan solo en el primer semestre del año pasado (2009), 10 mil centroamericanos sin papeles fueron secuestrados por bandas criminales, mientras que la Misión mexicana de la Organización Internacional para los Migrantes (OIM), conoció de la voz de los “sin papeles” que “En México, las autoridades, los policías, soldados y marinos nos persiguen, torturan y nos roban el poco dinero que llevamos, los choferes de los buses y taxis nos cobran más de la cuenta y hasta el que maneja el tren nos pide para los chescos (refrescos), según narró el guatemalteco José Vargas, quien sufrió varios asaltos en su ruta hacia Miami.
     El drama no es exclusivo de los migrantes. Alcanza a sus familiares, sobre todo los salvadoreños que expulsados de su país por la dolorosa guerra civil que vivieron entre 1979 y 1991, abandonaron a sus hijos, quienes ahora buscan la reunificación familiar en tierras norteamericanas. En la búsqueda de sus padres, madres, hermanas y hermanos, los salvadores y hondureños se perdieron en el camino. La pista de ellos se perdió en México, muchos en Oaxaca y Chiapas. ¿Qué fue de ellos? ¿Murieron?, ¿Llegaron a su destino final? ¿Se ahogaron en el mar?, ¿Los mataron? Nadie sabe y por eso sus familiares, como María Inés Méndez, que el año pasado tenía 62 años de edad, guardaba la esperanza de hallar viva a su hija Sandra Mabel Sánchez Méndez, quien se fue, justo el Día de las Madres, cuando tenía 20 años de edad, en el 2004.
     Con sus pies agotados, su figura frágil y el pelo encanecido, doña María Inés tuvo fuerzas para salir de El salvador y sumarse a la Caravana organizada por el Comité de Familiares de Migrantes Fallecidos y Desaparecidos que llegó a Ciudad Ixtepec en febrero del año pasado. Con ella venían además otras mujeres de edad avanzada  pero con la esperanza viva, como doña Juliana Figueroa, que me confesó: “todas las noches sueño a mi hijo vivo”. Su hijo, Orlando Rauda Figueroa, había dejado de hablarle desde el año 2000.
     Los integrantes de la caravana, que visitaron el albergue “Hermanos del camino” compartieron ahí, con el sacerdote Solalinde Guerra las amargas lágrimas que durante años bebieron en la soledad de la angustia y la incertidumbre por no saber el paradero de sus familiares y resurgieron  acompañadas del enérgico reclamo al gobierno mexicano a favor de “un trato humano”. Los migrantes no son delincuentes”, dijo Luis Perdomo, coordinador de la caravana de La Esperanza, quien en ese entonces pidió a las autoridades mexicanas la creación de un banco de datos con informes forenses de migrantes fallecidos sin identificar para esclarecer la muerte y desaparición  de más de mil salvadoreños y hondureños, como los 17 salvadoreños que se fueron en el mar sin dejar rastros el 23 de marzo del 2003.
     El camino hacia la reunificación de la familia, por una vida digna, un empleo y un ingreso decoroso está enlutado por las muertes trágicas, como las que cimbraron a los salvadoreños en octubre del 2007, cuando se supo que 13 de sus connacionales fallecieron ahogados en la bocabarra de San Francisco (jurisdicción de San Francisco Ixhuatán), luego de la volcadura de la lancha en que viajaban, durante los días de fuerte y frío viento provocados por la onda tropical número 37 que azotó el sureste del país. De ese naufragio, solamente se salvaron Noemí Estela Martínez Orellana y Walter Alexander Alan, que después fue enjuiciado en El Salvador, por las muertes, acusado de “pollero”.
     Noemí Estela Martínez Orellana sobrevivió al naufragio asida de unos neumáticos, tres días con sus noches en el mar. Cuando la rescató el pescador Juan López, un indígena zapoteco del poblado Cerro Grande que había desafiado la noche negra por la tormenta, estaba totalmente desnuda y la piel de las manos, las piernas, el rostro y la espalda la tenía quemada por el sol, el agua salada y el contacto con la gasolina de un bidón. Ella perdió 25 mil pesos que había pagado como anticipo del viaje que le costaría 50 mil pesos, pero salvó la vida.
     “¡Agua!, ¡agua!, ¡agua!”, era lo único que pedía a esas horas de la noche cuando la encontré gateando en la arena de la playa”, me comentó Juan, el pescador que la rescató, la subió a su hombro, luego a su caballo y la llevó a su vivienda en Cerro Grande, donde le ofreció ropa de su esposa y algo de café. Pocos han tenido la suerte de Martínez Orellana, la de sobrevivir a una muerte segura, en una noche de mar picado, oscura y de tormenta. En julio del año 2000, los pescadores de San Francisco del Mar, Pueblo Nuevo hallaron a 21 centroamericanos ahogados en la misma zona. En ese entonces, solo sobrevivió el guatemalteco Miguel Juan Francisco, quien semanas después falleció en su país. Las noticias que llegaron de aquel país decían que no pudo superar el miedo de verse solo en la inmensidad del mar. Que los espíritus de sus compañeros de viaje nunca lo dejaron en paz.
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     Los peligros, como la muerte y los secuestros que rondan en la ruta de los migrantes también están en la carretera. Recuerdo el caso de los migrantes que fallecieron aplastados en un tráiler que transportaba plátanos. El viaje que los aproximaría a Estados Unidos se interrumpió bruscamente en el oaxaqueño poblado de La Mata. Las tablas del doble fondo del tráiler, que cargaban a más de 50 mujeres, se vencieron y aplastaron a los hombres. En la desesperación por salir, seis indocumentados murieron. Entonces, el pesado camión de la empresa Refrigerados de México, de Baja California, con placas de circulación 860 CG5, cargado a la mitad con cajas de plátanos, paró la marcha sobre el kilómetro 231 de la carretera Transístmica Coatzacoalcos-Salina Cruz y empezó a arrojar ilegales centroamericanos heridos, sofocados y aterrados. La escena fue cruda, dantesca. Sobre la carretera, abajo de la pesada unidad yacían los cuerpos dispersos de seis jóvenes de rostro casi infantil. Cubiertos con chamarras, estaban rígidos. Murieron junto a la esperanza de una vida diferente.
     Con la mirada huidiza y el rostro descompuesto, el guatemalteco y sobreviviente Marvin Marroquín me dijo  entre susurros que ya “la traían chueca”. Que antes que abordaran el tráiler en Ciudad Hidalgo, la panga en que viajaba para cruzar la línea fronteriza por el río Suchiate volcó y como pudo salió a flote. Era necesario para que no perdiera el viaje por el que había pagado 5 mil dólares. Originario de La Nueva Concepción, del departamento de Escuintla, Guatemala, narró que antes de subir al camión, le sobrevino un presentimiento. “Después, en el camino, el clima (aire acondicionado) se apagó dos veces y la gente comenzó a sofocarse”, recordó. Antes de subir al camión, recibió un bote de agua, dos botellas de una bebida energizante y “una pastilla para aguantarse las ganas de ir al baño”. A las mujeres les dieron un pañal.  “Nos dieron el pañal, por si nos daban ganas de ir al baño”, explicó Beatriz Vergivar, también de La Nueva Concepción, quien tenía como destino la ciudad de Washington. Perdió los seis mil dólares que ya había pagado por el viaje, pero salvó la vida.
     En las vías del tren también surge el peligro y la muerte acecha en cualquier momento. No olvido el descarrilamiento de un tren carguero. Era de la empresa Chiapas-Mayab, que después dejó la ruta porque la consideró incosteable ante tantos accidentes por el mal estado de los durmientes y ríeles. El tren, jalado por la máquina 9918, había salido a las 01:00 horas del 13 de mayo de Arriaga, Chiapas, con un cargamento de maíz para Mérida, Yucatán y en el lomo de la bestia viajaban más de 200 centroamericanos. “Sentí que el vagón empezó a bailar, no lo pensé más y salté al monte, cuál fue mi susto cuando abrí los ojos y vi a mis compañeros ensangrentados, heridos. Gracias a Dios salvé la vida", me dijo el nicaragüense Romel Rojas. En el accidente, que ocurrió a las 14:20 horas, cerca del poblado Nizanda, que pertenece a Asunción Ixtaltepec, falleció una persona que fue identificada por su licencia de conducir de Nueva York, con el nombre de Miguel Caballero, nacido el 24 de diciembre de 1960, en Honduras.
     La muerte no necesita estar presente para que el drama de los centroamericanos se convierta en horror. Eso fue lo que experimentaron unos 300 salvadoreños, guatemaltecos y hondureños en la población de Las Palmas, Ixhuatán, el 31 de marzo de 2008, cuando fueron perseguidos, apaleados y vejados sus derechos por elementos de la Armada de México. Fue el último operativo que realizaron los agentes del INM con la Armada de México. “Golpearon saña y brutalidad a los centroamericanos”, denunció en su momento Solalinde Guerra.
     El pueblo de Las Palmas estaba considerado como un oasis en el trayecto de los centroamericanos de Arriaga a Ixtepec. Ahí, si el tren paraba, aprovechaban para ir a pedir agua, tortillas, galletas o panes. Es un pueblo sumido en el absoluto abandono y la marginación. El 31 de marzo, los marinos entraron a la comunidad persiguiendo con armas y toletes a los “sin papeles”.
“Los marinos nunca habían entrado así en el pueblo, persiguiendo con sus armas y macanas a los pobrecitos migrantes. Fue la primera vez y esperamos que no se repita”, me contó doña Adriana Castellanos, vecina de esa localidad. “Nosotros no queremos marinos, pedimos que nos apoyen con la reparación del camino y que nos manden medicinas y doctores para que atiendan la clínica, porque aquí el médico viene cada mes”, me dijo.
     Ubicado 10 kilómetros al sur del municipio de Niltepec, en la región del Istmo, ese pequeño poblado de unos 300 habitantes transpira el miedo e indignación “por la cacería de los migrantes”.
     Asentados entre arbustos espinosos que crecen sobre una tierra árida y pedregosa, los hombres y mujeres que sobreviven del cultivo de melón y maíz, así como de la pesca, se acostumbraron al ingreso de los migrantes por el paso del ferrocarril. “Aquí entraban a comprar agua, otros a pedir comida o simplemente para descansar o bañarse”, relató doña Teresa Ramírez Ojeda, quien dijo que “como madre de un hijo que se fue a buscar trabajo a Estados Unidos, pues les doy lo poquito que tengo”.
     El 31 de marzo, cuando las fuerzas federales ingresaron a la población “los niños se espantaron. Los caballos y becerros se alocaron, querían desatarse por el escándalo y los gritos de mujeres y hombres que corrían para salvarse de los golpes”, narró José del Carmen Velásquez. “Desde esa vez (31 de marzo), el pueblo ya no vive igual.
     A la entrada de la población, a unos 500 metros al norte, está el cruce de las vías del tren. Alrededor de un viejo cuarto pestilente, todavía se observaban las huellas de ese operativo. Botellas de plástico con agua, playeras, faldas, ropa interior, camisas desgarradas, cinturones y antiinflamatorios como Ibuprofeno, así como pastillas anti ulcerosas de ranitidina, seguían regados en el suelo, cuando los mandos marinos, encabezados por el Inspector y almirante Ramón Morales llegaron del Distrito Federal, el ocho de abril, por las quejas que presentó la CNDH.
     En el pueblo, de calles polvorientas y viviendas de mampostería, adobe y palmas, aún temeroso, el hondureño José López Vásquez narró que corrió para salvarse de “los leñazos”. “Encontré unos arbustos y me metí, crucé varias cercas y me quedé a la entrada del pueblo. Esperé la noche y pedí permiso en una casa donde me dormí”, contó.
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     La voz del sacerdote Alejandro Solalinde Guerra ha estado ahí para defender el derecho de los migrantes. “No son delincuentes”, me dice cada vez que le hago una visita al albergue. Casi siempre enfundado en un pantalón y playera blancos, y un crucifijo de madera que le cuelga en el pecho, Solalinde Guerra no se cansa de señalar que mientras el gobierno mexicano no cambie su política migratoria en la frontera sur, a la que califica de xenofóbica, racista y discriminatoria, no tendrá ni una autoridad moral para exigirle al gobierno norteamericano que le otorgue un trato justo a los migrantes mexicanos.
     La molestia del coordinador del programa de Movilidad Humana en la diócesis de Tehuantepec es infinita “ante tantos agravios”, porque me ha dicho insistentemente, no solo es por los asaltos, los secuestros, los asesinatos, las violaciones, sino porque todos esos ilícitos permanecen bajo el manto de la impunidad.
     Solalinde Guerra, quien el 11 de enero de 2007 fue remitido con lujo de fuerza por la policía a la cárcel municipal, junto con 17 centroamericanos porque cometieron “el delito” de organizarse e iniciar la búsqueda de 12 plagiados y que puso al descubierto la existencia de una red de secuestradores que operan en la zona en complicidad con policías de todos los niveles, vive bajo la amenaza permanente, pero vive sin miedo. Han pasado 10 años, cuando el drama de los indocumentados centroamericanos en su peligroso viaje hacia Estados Unidos de Norteamérica aun no se visibilizaba. Ahora, persisten los peligros, crece la impunidad, la muerte acecha, pero lo migrantes tienen voces que salen en su defensa, como la del sacerdote Solalinde, quien libra su propia guerra.
PD
En los momentos que terminaba este texto, escuché el silbido del tren procedente de Arriaga, Chiapas, con destino a Ciudad Ixtepec, como a eso de las 15:00 horas del sábado 14 de febrero. En el lomo de la bestia, jalado por dos locomotoras, una negra marcada con el número 3904 y otra, de color naranja con el número 9407, viajaban dispersos unos 100 centroamericanos y me pregunté si en el camino habrían sufrido algún asalto. Parece que ese el sino de los “sin papeles”